Los visitantes, interesados en el tema, familias y curiosos fueron acompañados de varios guías vestidos a la manera ibera que explicaron el yacimiento.
Al entrar al poblado un soldado del grupo Ositanos ataviado con la caetra o escudo, la lanza y la falcata daba el alto a los visitantes y tras la mediación del guía ibero les permitía la entrada al yacimiento a través del puente que salva el foso.
Tras visitar el aljibe donde se almacenaba el agua para abastecer a la población y ascender por la calzada principal hasta el templo “in antis” del siglo I a. C.
los visitantes deambularon por las calles “a la romana”, con aceras y marcas de rodadas de carros hasta la zona de la panadería.
Este espacio, en el que aparecieron unas grandes ruedas de molino que servirían para moler el grano, lo regentaba la panadera Similce; ella explicó a los interesados visitantes los distintos tipos de molinos de mano,
dejó probar a los más pequeños cada uno de ellos y finalmente, haciendo gala de la hospitalidad indígena, ofreció a los que quisieron tortas de pan ácimo elaboradas allí mismo y cocidas en el horno que allí tenía preparado.
Tras la degustación, la visita continuó hacia la domus, la cual presenta una clara influencia romana, ya que el yacimiento, aunque presenta varias fases, tiene una importante influencia itálica.
En otra de las casas, un poco más adelante, dos ositanos esperaban a los visitantes concentrados en la tarea del tejido; Aracné, la chica, estaba tejiendo una tela de varios colores y explicó el funcionamiento del telar, que era una reproducción inspirada en uno que apareció en el yacimiento de Tossal Montañés en Valdeltormo.
Su compañero, Alucio estaba enfrascado en el montaje de otro telar distinto, más grande y comentó lo difícil que resultaba aclararse con los finos hilos debido al ligero viento que soplaba.
La visita continuó descendiendo al barrio comercial del yacimiento. Allí esperaba el comerciante púnico, que se había dejado caer por la ciudad para mostrar sus cerámicas e intentar hacer alguna transacción comercial, ya que había oído la gran afluencia de gente que acudía a las jornadas iberas de Azaila.
Por último, los visitantes pudieron ver las termas del yacimiento, que son las más antiguas descubiertas en la Península Ibérica y que datan de los siglos I o II a.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario